En la isla de Toralla se localizan dos yacimientos arqueológicos de diferente matiz: un poblado prerromano fortificado y una necrópolis tardorromana. En el breve comentario que se presenta a continuación, se trazan las claves cronológicas de los mismos, que nuevos hallazgos y prospecciones en ambos podrán confirmar.
EL CASTRO DE
Se emplaza este interesante castro en la parte Sur de la isla y el acceso al mismo se realiza hoy día, pasando primeramente el puente que une la isla con la playa del Vao, desviándose luego a la izquierda unos
En la actualidad se encuentra casi totalmente destruido debido a las construcciones realizadas en su recinto y zonas adyacentes.
Poseía este poblado castreño una fuerte muralla que lo defendía en todo su perímetro. Hoy día aún se pueden observar en su zona más elevada varias viviendas castreñas. El castro de la isla de Toralla tenía una configuración irregular con tendencia a la forma elíptica, orientado en sentido Este-Oeste su eje mayor, que no sobrepasaría los
Esta muralla se adaptaba a las
curvas de nivel del terreno para constituir de esa forma una defensa más solida. El desnivel mayor lo poseía hacia el Poniente siendo suave su caída por el Naciente, por donde se localizaría posiblemente su entrada. La altura aproximada de la muralla oscilaba entre los 2 y los
Es de destacar el predominio de las plantas circulares en las viviendas que aún se puede observar hoy en día en su recinto, muy desfigurado por las construcciones realizadas en él
En una de las construcciones castreñas que se conservan en la actualidad podemos observar restos de muros de mampostería de posibles anejos o vestíbulo de la casa. Esta construcción de forma oval, mide
En ninguna de las viviendas se observa entrada o indicación de que hubiera puerta en ellas.
Posiblemente sea debido a que lo que hoy observamos sean tan solo los cimientos de dichas construcciones castreñas, pues los muros que se pueden apreciar son de escasa altura. Existían viviendas tanto dentro como fuera del recinto amurallado. Hemos de señalar que algunas de las viviendas situadas fuera del poblado fortificado, se emplazan junto al borde del litoral de la isla, en contacto directo con el mar, observando que algunas de ellas en la actualidad sólo conservan la mitad de su perímetro, pues la otra mitad la destruyó la acción marina. Esto nos hace pensar en un avance del mar, disminuyendo de esa forma el espacio habitable de la isla que podemos contemplar hoy. Como hipótesis y en base a lo anteriormente expuesto, podemos pensar que en la época que se desarrolla la vida en el poblado castreño, la isla estaría a menos distancia de tierra firme o unida a la misma. Es curioso el folclore recogido sobre la isla, que en cierta forma nos habla de ello: «Toralla estaba unida a tierra firme, e había un pobo que viveu alí, pero como a xente era mui ruin e mala, os deuses os castigaron separando o pobo da terra firme».
En este interesante castro realizó las primeras y fructíferas excavaciones arqueológicas José María Alvarez Blazquez, y desde 1990 se han llevado a cabo otras nuevas campañas, dirigidas por diversos arqueólogos, que han aportado un interesante y rico muestrario de piezas arqueológicas que hoy se pueden ver en el museo municipal “Quiñones de León” de Vigo.
Escasos y muy fragmentados son los datos que de esta necrópolis poseemos que se encuentra en la zona media de la isla, en dirección - Norte. Las primeras referencias que tenemos de ella son las de finales de 1913, con motivo del hallazgo fortuito de varias sepulturas al procederse a levantar unas murallas cerca del chalet estival, que la familia Echegaray poseía en la isla, denominado villa Gioja.
En esta fecha se nos señala que en esa zona «se han sacado a la luz varias tumbas trapezoidales, con paredes, fondo y cubiertas de lajas de granito y pizarra regularmente trabadas y colocadas en series de dos y tres superpuestas...» También se nos dice que la cabecera de estas sepulturas estaba orientada hacia el Norte. Se observó que las sepulturas superiores se encontraban vacías, mientras que en las segundas eran más frecuentes los hallazgos de huesos y objetos diversos. Sin embargo se nos señala que» ... los mejores hallazgos —los de fibulas, estiletes y arrancadas— proceden de las fosas inferiores, mezclados con abundantes cenizas, se destacan varios cráneos localizados íntegros, aunque alguno «al lavarlo se les deshizo en el agua».
Poseemos referencias muy vagas de los materiales localizados en estas sepulturas. Así se nos indica que aparecieron varias monedas romanas, un anillo, un pendiente, cuentas de barro ordinarias y varías fíbulas de bronce (Filgueira Valverde, José y García Alén, Alfredo: materiales para la carta arqueológica de la provincia de Pontevedra. Revista del Museo de Pontevedra, VIII 1954-1965, pp. 159 y 199).
El objeto aparecido en esta necrópolis y que poseemos más información de él, es el estilo de bronce, que como sabemos se empleaba como instrumento para escribir en tablillas de cera, a manera de pequeño punzón, poseyendo por una parte una terminación muy acusada y afilada, por donde se escribía y la opuesta presentaba un rebaje en sentido horizontal, con lo cual se podía borrar lo anteriormente escrito. Esta información que poseemos del mencionado estilo de bronce, es gracias a una carta de Juan Echegaray, residente en Buenos Aires (Argentina) y descendiente de Martin Echegaray, que como sabemos fue el antiguo propietario de la isla y descubridor «casual» de esta necrópolis que dirigió hace algunos años al Sr. Ilarri, antiguo conservador del Museo Municipal de Vigo, con ánimo de que se le comprara dicha pieza, que no pudo ser adquirida por el precio exorbitante que pedía por ella. En esta carta se nos dice que el estilo pesa
Podemos señalar que posiblemente esta necrópolis data de los siglos IV y V después de J.C. época ya de dominación romana, con igual cronología que las necrópolis de A Coruña, A Lanzada, San Vivente de O Grove, Cantodorxo, castro de Alobre, isla de Arousa, Vigo, Cangas de Foz, Castillóns, Orense, Modorro de San Pedro y O Pombar.
CONCLUSIONES
Es interesante señalar como no van a coincidir en el tiempo estos dos yacimientos arqueológicos y como la isla pasa de tener una función habitacional en época castreña, a convertirse en un lugar de enterramiento en el período tardorromano.
Así, tenemos que como apuntamos, el castro tendrá sus inicios hacia el siglo VI antes de Jesucristo y ya hacia el siglo I después de Jesucristo va a ser abandonado de forma paulatina y pacífica, hasta que se convierta en ruinas.
En cambio, la necrópolis vinculada sin duda a la villa romana de Toralla ( ya en tierra firma y situada enfrente de la isla , a la que le da nombre), se empezará a usar hacia el siglo III después de Jesucristo y podría llegar hasta el siglo VI, si tenemos en consideración el marco cronológico de la villa, pues sus habitantes, son con toda probabilidad, los que van a ser enterrados en ella. Así, en este caso tenemos que la mitología romana, que nos habla del paso al otro mundo tomando una barca a la que hay que pagar con una moneda a su barquero, llamado Caronte, aquí, se da la circunstancia real, de tener que llevar, físicamente el cuerpo del difunto en una embarcación real, a la isla cercana y allí proceder a su enterramiento.
Nota.- En las imágenes, tenemos un molino plano o navicular y un fragmento de una cerámica indígena con decoración estampillada, con una cronología del siglo IV-III antes de Jesucristo, procedentes de las primeras excavaciones del castro, llevadas a cabo por nuestro amigo y maestro, D. José María Älvarez Blázquez y que hoy pueden verse en la sala de arqueología del museo municipal “Quiñones de León” de Vigo.