lunes, 10 de febrero de 2014

EL CASTRO DE VIGO: ESTADO ACTUAL DE LAS INVESTIGACIONES (y XIV)



 
 
 Bibliografía:
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                                                  , 2007, “A cultura castrexa. Economía, sociedade, relixión e arte”, en A gran Historia de Galicia, Tomo II, Vol. 2, Arrecife Edicións Galegas, A Coruña.
CARBALLO ARCEO, X, 2006, Arqueoloxía de Galicia. Itinerarios polo pasado, Nigratea, Vigo.
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DE LA PEÑA SANTOS, A. et alii, 1999, Historia de Vigo, Vía Láctea Editorial, A Coruña.
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                                               ,  1983, Excavaciones arqueológicas en el castro de Vigo, Publicaciones del Museo Municipal “Quiñones de León”, Concello de Vigo, Vigo.
                                               ,  1981, “El castro de Vigo. Noticia preliminar de las excavaciones arqueológicas de 1981”, Publicaciones del Museo Municipal “Quiñones de León”,  Concello de Vigo, Vigo.

HIDALGO CUÑARRO, X.M., DOMÍNGUEZ PÉREZ, M. y RODRÍGUEZ SOBRAL, J.M., 1997, Castro de Vigo, Col. Rutas Arqueológicas Viguesas, Concellería de cultura, Vigo.
HIDALGO CUÑARRO, X.M. y PEREIRA GARCÍA, E., 1999, “Dos modelos de hábitat castreño en el Val do Fragoso: Castro del Mundo e Isla de Toralla”, Revista de Guimarâes I, pp.431-450, Guimarâes.
HIDALGO CUÑARRO, X.M. y RODRÍGUEZ SOBRAL, J.M., 1997, Vigo romano: a idade antiga, Instituto de Estudios Vigueses-Fundación ProVigo, Vigo.
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                                                 , 1994, Vigo hai 2000 anos: a cultura castrexa, Instituto de Estudios Vigueses, Vigo.
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RODRÍGUEZ SEOANE, M. C., 1973, Noticias de prehistoria en torno a Vigo y su ría, Caja de Ahorros Municipal de Vigo, Vigo.
 Nota.- Enas las fotografías, tres publicaciones monográficas sobre el castro de Vigo: las dos primeras corresponden a la síntesis de las memorias de las excavaciones arqueológcas desarrolladas de 1981 a 1983; y la otra, es de caracter netamente divulgativo y de información del yacimiento arqueológico.


domingo, 9 de febrero de 2014

EL CASTRO DE VIGO: ESTADO ACTUAL DE LAS INVESTIGACIONES (XIII)




 
 

Glosario
Ánfora: vasija romana de gran tamaño con dos asas utilizada para el transporte, fundamentalmente por vía marítima, de sólidos como la sal y líquidos como el aceite y el vino.
Arybalos: recipiente pequeño, de forma globular empleado para guardar perfumes, elaborado en pasta vítrea. La mayoría de los que conocemos en Galicia son de origen púnico.
Caetra: pequeño escudo redondo, muy característico de la cultura castreña que aparece representado con frecuencia en las esculturas de los llamados guerreros castreños. Por ampliación, también se denomina así una moneda acuñada en época de Augusto que lleva representado en el reverso este tipo de escudo y que aparece con frecuencia en el noroeste.
Dolio / dolium: gran recipiente cerámico, generalmente de forma globular, utilizado para guardar alimentos sólidos o líquidos. Su uso es muy frecuente en época romana, pero también se conocen ejemplares procedentes de castros romanizados.
Fíbula: broche a modo de imperdible utilizado para la sujeción de la ropa. En el mundo castreño y romano, existen una gran variedad de modalidades con múltiples cronologías.
Fusayola: pieza circular realizada generalmente en cerámica o piedra con un agujero central que entre los múltiples usos que puede tener predomina la idea de que se utilizaría para formar parte de los husos utilizados en el hilado.
Ímbrice: tipo de teja curva alargada y acanalada de época romana, pero que también aparece en yacimientos castreños romanizados. Generalmente se utilizaba para cubrir los bordes de las tejas planas o tegulae.
Lucerna: lámpara de época romana que ilumina mediante una mecha y aceite, generalmente realizadas en cerámica o bronce. Existen varias modalidades cuya tipología proporciona datos cronológicos. Algunos ejemplares se documentan en época castreña gracias al comercio de importación.
Lúnula: adorno metálico a modo de colgante que recibe este nome pola súa forma de lúa crecente. Se conocen ejemplares sobre todo en la orivería castreña.
Paredes finas: término utilizado para designar un tipo de cerámica romana, generalmente de mesa, que tiene unas paredes muy delgadas. Aparecen en castros romanizados y proceden de los talleres de Melgar de Tera (Zamora), aunque muchas veces son simples imitaciones.
Pondos: pesa de telar, generalmente de forma piramidal, con un agujero en su parte superior para colgarla del telar.
Sítula: tipo de recipiente de metal de forma cilíndrica u oval, generalmente provisto de un asa móvil. Los remaches donde se articula el asa suelen estar ricamente decorados, en algunos casos con mascarones.
Sigillata: tipo de cerámica de mesa de gran calidad y de color rojizo, realizada a molde. Existen distintas tipologías que abarcan una amplia cronología.
Tégula: tipo de teja plana con los bordes realzados de época romana. Algunas llevan marcas digitales y cuando se fabrican en una olería militar llevan el nombre de la unidad militar que las fabricó.
Nota.- Enas fotografías, de arriba hacia abajo, "tégula" en "situ" localizada en la campaña de 1985; fragmento de lucerna encontrada en la excavación de 1982; fragmento de "sillata" itálica, envcontrado en la misma campaña arqueológica; y por último, otra tégula "in situ" localizada "in situ" sonre un pavimento exvadado en la roca base, en un sondeo.

sábado, 8 de febrero de 2014

EL CASTRO DE VIGO: ESTADO ACTUAL DE LAS INVESTIGACIONES (XII)




 
 
 
 

 Conclusiones
De nuestra primera aproximación histórica y arqueológica al Castro de Vigo, podemos extraer, en primer lugar, algunas ideas relativas a la cultura castreña y a la romanización viguesa.
Nos hemos acercado a un poblamiento castreño que tendría su origen en la acrópolis del monte, desde donde se iría expandiendo por las laderas, siendo esta última parte ocupada sería la que encontramos hoy totalmente destrozada por la actividad humana -especialmente por la construcción de la fortaleza del XVII-  realizada en el lugar durante los siglos siguientes. Como veíamos también indirectamente, los resultados obtenidos durante las ocho campañas de excavación se reducen a las intervenciones de la zona NW del yacimiento, así como a la ladera opuesta.
A partir de los datos del registro arqueológico, en especial a partir de la gran cantidad de material de importación romana, los especialistas destacan la importancia del puerto de Vigo como un centro fundamental para el comercio del norte peninsular en época romana. Hidalgo Cuñarro (HIDALGO, 1997 A) cree en la posibilidad de que en un primer momento este puerto actuase simplemente como un punto de recalada para el abastecimiento de agua y comida, pasando más tarde a producirse intercambios a mayor escala: importación de productos de lujo a cambio de materias primas, sin abandonar la provisión de alimentos e instrumentos necesarios para continuar la navegación (HIDALGO, 1994-1995). La enorme extensión del castro (17 ha) reforzaría la idea de la importancia de Vigo en la Antigüedad.
La cultura material del castro llevó también a los arqueólogos a establecer la época de auge del poblamiento alrededor de mediados del siglo I d.C. (como revelan claramente los abundantes vestigios cerámicos y numismáticos, además del hecho de que reciba población de otros pequeños castros y se intensifiquen sus relaciones comerciales con Italia, Francia y el sur de la península Ibérica), decayendo progresivamente hasta llegar a un siglo II d.C. en el que ya comienza la despoblación. De forma paralela a la pérdida de población del castro de Vigo, se produce un aumento demográfico en el Vicus Heleni (siglos II-IV d.C.), en las cercanías del pequeño embarcadero de la calle Hospital y en las villas marítimas dedicadas a la fabricación de salazones que jalonan el litoral de esta zona (entre las que cabe destacar Villa de Toralla)
. El estudio del Castro de Vigo resulta de suma relevancia, por tanto, para estudiar la evolución de la sociedad castreña a la galaico-romana –poniendo en evidencia, en contra de la opinión tradicional, la temprana romanización en esta zona del Noroeste peninsular; a la vez que permite el análisis de las relaciones comerciales que mantiene este territorio con otros puntos europeos.
Además de lo anteriormente expuesto, las investigaciones realizadas en el Castro de Vigo contribuyeron, mediante su aportación material, a la destrucción de dos tópicos historiográficos: el de la Galicia celta y el de la romanización galaica como un proceso violento. En opinión de Hidalgo Cuñarro, este poblado castreño y galaico-romano prueba la necesidad de revisar la hipótesis de la migración céltica, a la vez que lleva a la certeza de que el primer contacto indígena-romano tuvo un carácter pacífico y pactual, una vez conquistada belicosamente el norte de Portugal y el área leonesa.

Además de estas conclusiones de tipo estrictamente histórico, durante el desarrollo de este trabajo sobre el Castro de Vigo hemos podido detectar la imperiosa necesidad de un nuevo estudio sobre este yacimiento: un estudio sistemático de ordenación de los datos arqueológicos disponibles, que, con una intención sintética, haga hincapié en la interpretación histórica de las estructuras y los materiales más significativos. Hasta la fecha, la bibliografía tiene o bien un carácter netamente monográfico –centrándose en una campaña determinada o en un aspecto concreto de la cultura material, como puede ser la cerámica-, o bien un carácter excesivamente didáctico y divulgativo –como es el caso de muchas pequeñas publicaciones del Museo Municipal.
 En este sentido, nuestro ejercicio intenta aproximarse a una visión global y actualizada de los conocimientos sobre el Castro de Vigo, aunque con las limitaciones propias de la formación e inexperiencia de las autoras. Sería necesario, pues, un trabajo riguroso y profesional, del que nuestra labor no podría considerarse más que un boceto.
Ese trabajo de investigación exhaustivo podría resultar de utilidad para levantar sobre sus bases un proyecto de limpieza, consolidación y conservación sólido y eficaz, que preserve la riqueza arqueológica del yacimiento para el disfrute inmediato de los ciudadanos (acondicionando el Monte del Castro de forma global) y para las inquietudes de los investigadores (incorporando este campo entre los objetivos del nuevo proyecto de musealización del Concello, dinamizando el papel del Museo o, dicho sea de paso, facilitando el acceso a materiales como los del Almacén de la Sección de Arqueología).
Todo este proceso de revisión, actualización, profundización y difusión del estudio del Castro de Vigo sería sumamente interesante, porque sólo desde el conocimiento –y no desde el uso lúdico-turístico, siempre  superficial y efímero- se hace realmente valorable nuestro patrimonio arqueológico.
Nota.- En las fotografías, de arriba hacia abajo: Hogar de una vivienda del siglo I. antes de Jesucristo; fondo de cabaña excavado en la roca base, del siglo III antes de Jesucristo; cerámica pintada romana, de alfares penínulares; vivienda galaico-romana del siglo I después de Jesucristo; y monedas romanas de bronce, de los emperadores Octavio Augusto y Tiberio.




viernes, 7 de febrero de 2014

EL CASTRO DE VIGO: ESTADO ACTUAL DE LAS INVESTIGACIONES (XI)




 
 

 Estado actual y problemática
Bajo este epígrafe, intentaremos sintetizar los elementos que definen el estado de conservación en el que se encuentra en la actualidad el Castro de Vigo. Para ello nos nutriremos de nuestra experiencia directa sobre el terreno, infinitamente enriquecida por los comentarios, aclaraciones y precisiones in situ de José Manuel Hidalgo Cuñarro.
Tras la campaña de 1988, se decidió abandonar la excavación sistemática del castro, entendiendo que la realización de campañas sucesivas no aportaría, en principio, elementos significativos para la interpretación global del yacimiento. Los sondeos realizados por toda la superficie del monte venían a reforzar esta idea, al confirmar sus estratigrafías la cronología general dada al castro, como hemos visto en el cuerpo de este trabajo.
A partir de la finalización de los trabajos arqueológicos, y pese a que se continúa trabajando sobre los materiales en el Departamento de Prehistoria y Arqueología del Museo de Castrelos, se produce una degeneración progresiva del entorno del yacimiento: no se regula el acceso de los visitantes de ningún modo, ni se protegen las estructuras excavadas, dando lugar a fenómenos tan poco favorecedores para un estado de conservación óptimo como son los “botellones” juveniles. Sin duda, el hecho de estar el Castro de Vigo en el centro de la ciudad y además dentro de un parque público contribuyó a esta rápida degradación.
En el momento en el que realizamos este trabajo de aproximación bibliográfica completado por la visita al yacimiento, se está trabajando en la limpieza y restauración de las viviendas del área situada en la Ladera del Poniente, donde habían aparecido las primeras estructuras. Se trata de un proyecto promovido por el Concello de Vigo y Patrimonio Histórico y que se enmarca dentro de la dotación presupuestaria del Plan Español para el Estímulo de la Economía y del Empleo (Plan E). En un plazo de ocho meses, los objetivos son conservar los vestigios excavados del castro y adecuarlos para su visita, “musealizándolos” en el propio sitio arqueológico.
Más concretamente, se están reconstruyendo dos viviendas castreñas y una galaico-romana, dotándolas de todos los detalles (cubierta de paja, hogar central, bancos corridos, reproducciones de recipientes cerámicos, motivos decorativos castreños en alguna piedra exterior, techumbre de tégulas…) que permitirán al visitante –como pudimos comprobar personalmente aprender el modo de vida de la población del Castro de Vigo. Se trata de tres construcciones realizadas ex novo, con lo que no se modifica realmente ninguna de las estructuras excavadas. 
Si bien valoramos positivamente este proyecto de conservación y musealización, no podemos dejar de mencionar que no se trata de una “puesta en valor” integral del yacimiento: en primer lugar, porque atañe a una mínima parte del mismo, continuando el descuido en el resto del monte en el que se encuentra el castro; y en segundo lugar, porque en el plan previsto no existe ningún tipo de consideración acerca de la dimensión divulgativa y formativa que cabría esperar que tuviese.
Esta impresión subjetiva tras la visita del yacimiento sale reforzada cuando se visita el Museo “Quiñones de León”, en el que se aprecia  un creciente desinterés por la temática arqueológica desde que a finales de los noventa Hidalgo abandonase su dirección. Prueba elocuente de ello es el hecho de que haya desaparecido la Sala Monográfica que el Castro de Vigo ocupaba dentro de la Sección de Arqueología, o que entre la plantilla de la institución municipal no se encuentre en la actualidad ningún arqueólogo.
Los restos materiales del Castro de Vigo se dispersan en la sala de Arqueología, entre las subsecciones de Prehistoria, Arqueología y Romanización. A excepción de ciertas piezas, que se presentan didácticamente al visitante mediante la reconstrucción de su uso original (como en el caso de las fusaiolas o los pondus), consideramos deficiente su exposición, en el sentido de que la información es la mayor parte de las veces demasiado escueta –privilegia el dato y obvia el contexto y la interpretación-, y en otros incluso inaccesible: por ejemplo, los números que se asignan en la vitrina a cada objeto, para encontrar su explicación en el panel correspondiente, son en ocasiones imposibles de identificar.
En suma, el futuro investigador sobre el Castro de Vigo tendrá que lidiar con una problemática que abarca desde el estado de conservación del yacimiento en sí hasta el difícil acceso al estudio de los materiales, pasando por el desinterés de las autoridades políticas y del propio Museo al respecto.
Nota,. En las fotografías, de arriba hacia abajo: estructuras reconstruidas en la última intervención arqueológica en la ladera poniente; derrumbe de pared y tejado de una vienda romana en la zona del poniente, excavada en área, en la campaña de 1983; y por último, uno de los sondeos realizados la ladera naciente, en las excavaciones de 1987, con localización de construcciones castreñas y hoy en día cubierto de tierra.

miércoles, 5 de febrero de 2014

EL CASTRO DE VIGO: ESTADO ACTUAL DE LAS INVESTIGACIONES (X)




 
 

Numismas
Se localizaron gran cantidad de monedas romanas, casi todas en bronce, aunque hay algún caso de plata.
Las monedas más abundantes son las de Octavio Augusto : seis ases de bronce y un quinario de plata con cecas en Celsa, Calagurris, Caesar Augusta, Évora y Emérita Augusta. Hay también una moneda de Agripa (un sextercio con la siguiente cronología: 39-27 a.C.), un as de la Caetra, con ceca en el Noroeste peninsular, de Tiberio (14-37 d.C.), y una pieza de una ceca de Gades (45 a.C- época de Claudio). También se han encontrado un denario de plata de Vitelio, un dupondio de Rómula Augusta de Trajano y un as de cobre de Adriano.
 Restos metálicos
En el yacimiento que estamos estudiando han aparecido numerosos clavos de hierro, arcos, argollas, láminas, placas, hojas de sierra, hojas de cuchillos, puntas de lanzas, jabalinas…
En cuanto al bronce, se han documentado diversos tipos de fíbulas, como las de charnela, las transmontanas, las de largo travesaño sin espira, en omega y en forma de lunulae; alfileres, tijeras, asas de sítulas o dedales.
Restos de vidrio
Son bastante frecuentes los fragmentos pertenecientes a botellas, cuencos de costillas, fichas de juegos (tessalae, en época romana) y cuentas de collar o de pulsera. Otros restos pertenecen a recipientes sin identificar, de diferentes coloraciones (azules, marrones, verdes). Abundan las fichas de juego –que suelen ser redondas y aplanadas, de tonalidad blanca y azul- y también las cuentas de pasta vítrea de color azul o amarillo, e incluso algunas con varios colores.
 Restos líticos
Los restos de piedra más abundantes en el castro son los molinos circulares, algunos de los cuales estaban formando parte del muro de una vivienda, lo que indica una reutilización de los mismos.
Existen también “poutadas” o pesos de red hechos en cuarcita, lo que evidencia cierta actividad pesquera, y algunas gemas que se engastarían en anillos u otro tipo de joyas; piedras de afilar y alisar, hachas pulimentadas, etc. Sin duda, el material más interesante de los pétreos es un entalle de ágata que representa una cuadriga con su auriga, que se puede fechar en torno a la mitad del siglo I d.C . 
Restos faunísticos
Una de las campañas que proporcionó más información con respecto a este punto fue la de 1987( HIDALGO, 1992-93), en la que se localizó un pequeño “concheiro”, con gran cantidad de huesos de animales, que se pudieron identificar como de canis familiaris (perro), lepus capensis (liebre), sus (cerdo), bufo bufo (sapo) y gallus domesticus (gallina), todos ellos interesantes para el conocimiento de las actividades agropecuarias.
Además de estos huesos, también se han podido documentar en el castro restos de productos marinos, como lapas, caramujos, berberechos, ostras, vieiras, navajas o mejillones, siendo estos restos realmente interesantes para estudiar la dieta alimenticia de los habitantes del Castro de Vigo.

En definitiva, y a partir de la cultura material, se puede observar en el castro un fuerte y temprano contacto con el mundo romano, como atestiguan las dataciones arqueológicas de los materiales de importación. Este contacto, como habíamos visto al estudiar las estructuras del yacimiento, provoca transformaciones socioeconómicas que repercuten en la tipología constructiva y la utilización de los espacios. Con todo esto, el sitio arqueológico del Castro de Vigo nos documenta ampliamente la fase de transición de la cultura castreña a la galaico-romana.
Nota.- En las fotografías y de arriba hacia abajo: Monedas imperiales romanas de bronce, entalle de ágata de anillo romano; y fíbula de bronce del tipo "trasmontano".

EL CASTRO DE VIGO: ESTADO ACTUAL DE LAS INVESTIGACIONES (IX)



 
 
 Cerámica Romana Fina
De cerámica campaniense se han detectado con seguridad fragmentos del tipo A y B, y se cree que hay fragmentos que podrían corresponderse con el tipo C (HIDALGO, 1997 A). Los especialistas creen también que estos fragmentos pertenecerían a diferentes páteras. Algunas de estas cerámicas se relacionan directamente con el fondo de cabaña encontrado en la campaña de 1986, fechando perfectamente esta estructura en torno al siglo II a.C.
La cerámica fina más abundante en el castro de Vigo es sin duda alguna la “terra sigillata”, en sus modalidades itálica, gálica e hispánica. Muchas de las sigillatas itálicas conservan las marcas de alfarero que identifican a sus talleres de la comarca de Arezzo. Un ejemplo sería el fragmento, con la marca in planta pedis, en el que se puede leer: …R....CI...
También abundan las sigillatas gálicas, entre las que destaca un fragmento que representa un grifo alado. Pero de todos los tipos de sigillata, la que mayor presencia tiene en el castro de Vigo es la hispánica, con gran variedad de motivos decorativos. Con frecuencia, presentan marcas de alfarero que indican una procedencia diversa: de Jaén, de la zona de la Rioja, etc.
Sin embargo, la sigillata más significativa del castro es la sigillata marmorata, detectada durante la campaña de 1981. Se trata de tres extraños fragmentos pertenecientes al borde de pequeñas vasijas, posiblemente de las formas Ritt. 8. y Drag. . Con probabilidad, serían pequeñas copas para salsas. Provienen del famoso taller gálico de la Graufesenque, y cronológicamente se fechas entre Claudio y Vespasiano. La extrañeza de estos fragmentos reside en el hecho de que en Galicia, además del caso vigués, sólo se ha podido documentar sigillata marmorata en Lucus Augusti (Lugo), pero en escasa cantidad.
Además de la variedad de sigillatas, existen otros tipos de cerámica fina, como son la cerámica pintada –de pasta de color claro y la pintura de color ocre o marrón, cuyos  talleres posiblemente estén situados en el Norte de Portugal; o los fragmentos de lucernas que se pueden fechar hacia época julio-claudia. Destaca en este sentido un fragmento de lucerna de volutas que conserva parte de una Niké o diosa alada de la victoria .
Cerámica Romana Común
Según su función, se puede clasificar en cerámica de cocina, de mesa y de transporte.
Son muy numerosos los restos de cerámica común que nos refiere la bibliografía especializada. Destaca una jarra localizada en la campaña de 1984 que posee en la parte central de su cuerpo un “graffiti” de una rosácea de seis pétalos inscrita en una circunferencia: mide 20 cm de altura y 8,5 cm de diámetro en su boca, con un asa de sección elíptica. El graffiti se puede fechar hacia la primera mitad del siglo II d.C., por analogía con los que se observan en las estelas funerarias romanas de la calle Pontevedra (HIDALGO, 1997 A).
La cerámica común de mayor presencia en el Castro de Vigo viene dada por las ánforas, siendo especialmente abundantes las imperiales hispánicas (de la familia de las Haltern 70: I-III d.C.), utilizadas para transportar salazones. Además de las Haltern 70, se han encontrado fragmentos de Dressel I en sus variantes A, B y C (II a.C. – época augústea), que se considera un auténtico fósil-director.
El ánfora completa  localizada en 1987 en lo que podría ser un basurero de ánforas, del tipo Haltern 70, es uno de los materiales más significativos del yacimiento.
Además de las ánforas, también se han encontrado diversas pesas de telar o “pondus” y materiales de construcción romanos, como numerosas tégulas.
Nota.- En las fotografías de arriba hacia abajo: jarra romana con "grafitti" de una rosácea incricta en un círculo, fragmento de "terra silligata" sudgálica con marca de alfarero y ánfora imperial romana entera.



martes, 4 de febrero de 2014

EL CASTRO DE VIGO: ESTADO ACTUAL DE LAS INVESTIGACIONES (VIII)




 
 

 La cultura material
El Castro de Vigo se caracteriza por haber proporcionado una inmensa cantidad de restos con los que estudiar su cultura material. Como sucede con el caso de las campañas arqueológicas, Hidalgo Cuñarro y sus colaboradores del Departamento de Arqueología del Museo “Quiñones de León” han ido elaborando a lo largo de los años un estudio minucioso y rigorista de gran parte de las piezas halladas. En el presente trabajo, al ser nuestro objetivo sustancialmente aproximativo, nos limitaremos a señalar los elementos más relevantes, intentando priorizar la interpretación histórica de cada objeto frente a la mera erudición técnica; la comprensión de la cultura material del castro, en definitiva, frente a la enumeración de datos.
Clasificaremos los restos materiales en las siguientes categorías: cerámica indígena o romana (fina o común), monedas, restos férreos, restos de bronce, restos de vidrio, líticos y restos faunísticos.
Cerámica
Sin lugar a dudas, el material más numeroso en el Castro de Vigo es la cerámica. Dentro de esta, destaca especialmente por su frecuencia la cerámica romana.
Cerámica Indígena
Como acabamos de decir, la cerámica indígena es la minoritaria en nuestro castro. Es la mayoritaria en los primeros niveles de ocupación, hasta que con el cambio de era comienza a predominar claramente la cerámica de importación romana. En la fase de transición, tenemos documentadas formas de cerámica indígena que imitan a las romanas (HIDALGO, 1999 A).
Dentro del material indígena, disponemos de los siguientes tipos de materiales: tapaderas, recipientes de asas interiores y de asas de oreja, ollas globulares de fondo plano, labio exvasado y perfil en S, y vasijas con “bordes marítimos” - con borde reforzado de sección triangular y decorado en su parte alta.
La decoración de esta cerámica indígena presenta diferentes técnicas, solas o combinadas entre sí. Los más frecuentes son los motivos estampillados (II y I a.C.): círculos concéntricos, círculos radiados, triángulos, rombos, SSS, ovales, etc. También está  documentada la decoración incisa: acanaladuras horizontales y verticales, grupos de líneas cortas rectas, verticales y oblicuas, dientes de lobo, meandros, etc. Como decoración bruñida destaca la famosa “retícula bruñida”, y como decoración plástica, los dibujos realizados a partir de botones cónicos y cordones de diferentes secciones.
Todas estas cerámicas pertenecen cronológicamente a los siglos II-I a.C. A partir de este momento, como ya habíamos adelantado, los tipos cerámicos y sus decoraciones pasarán a imitar abiertamente los gustos importados de Roma.
Cerámica Romana
Se puede documentar de forma fiable el comienzo de su presencia en el Castro de Vigo alrededor del siglo II a.C. Se trata de producciones de la Campania que llegan a Vigo indirectamente: a través del contacto comercial con otros puntos más meridionales. Con el auge de la importación, las cerámicas campanienses serán sustituidas por las sigillatas itálicas, y estas por las sigillatas gálicas, las hispánicas, las producciones africanas y las bizantinas (ya en la Antigüedad tardía).
Grosso modo, la cerámica romana puede dividirse en cerámica fina y cerámica común.
Nota.- En las fotografías y de arriba hacia abajo, cerámica marmorata, cerámica indíena y campaniense. 

lunes, 3 de febrero de 2014

EL CASTRO DE VIGO: ESTADO ACTUAL DE LAS INVESTIGACIONES (VII)




 

El sitio arqueológico.
 Estructuras arquitectónicas
             En las diversas excavaciones que han tenido lugar en el Castro de Vigo se han puesto al descubierto numerosas estructuras arquitectónicas aunque, como ya se ha dicho, no todo el monte ha sido excavado y gran parte de él ha sido dañado irremediablemente por la acción humana.
En la ladera noroeste del monte se pueden ver unas 45 estructuras, de tal manera que nos podemos hacer una idea de lo ampliamente poblado que debió estar el castro en sus momentos de mayor apogeo (HIDALGO y PEREIRA, 1999). El nivel más antiguo viene datado por un fondo de cabaña y por construcciones de piedra con muros curvos, de planta circular o elíptica. Más tarde hacen su aparición los muros rectos y plantas cuadradas o rectangulares. Se constatan, asimismo, canales y huecos excavados en roca que parecen ser silos para el almacenamiento de grano. Finalmente, encontramos estructuras pétreas de muros rectos y curvos de mala calidad que corresponden, en su mayoría, a pequeños muros o terrazas de contención.
Entre las estructuras más interesantes se encuentra una casa romana excavada en la campaña de 1983. Esta construcción tiene 5,5 m de lado y un pavimento en perfecto estado de conservación, por debajo del cual discurría un canal y una pileta cuadrada. El fondo de cabaña localizado en las excavaciones de 1986 también despertó mucho interés. Se trata de un espacio elíptico conseguido tras rebajar la roca base y del que se desconoce su longitud total (la anchura es de 3 m). Hacia el sur del espacio hay un hogar que se sitúa en un lugar más elevado y, opuesto a él, dos pequeños huecos de poste muy juntos y alineados. En los sondeos de 1988, por otro lado, se localizaron dos muros hechos con piedras de mediano tamaño. Uno de ellos es una estructura recta de 4,4 m de longitud y 60 cm de ancho y, el otro es, más bien, un sistema de aterrazamiento o de contención de tierras, del que no ha podido saberse su anchura y cuya longitud es de 2,8 m (HIDALGO y VIÑAS, 1997).
            Por tanto, durante el poblamiento indígena (II-I a.C.), los habitantes del Castro de Vigo vivían en casas de planta circular, con muros de piedra o fondos de cabaña, techo realizado con ramaje vegetal y suelo de tierra o arcilla. Todas las estructuras halladas cuentan con un hogar o lareira donde se cocinaban los alimentos y que estaba en el centro del castro o junto a una pared. Las características del hábitat galaico-romano de los siglos I al III d.C. son diferentes. Aparecen casas con una planta nueva, cuadrada o rectangular, y los tejados se cubren con tejas romanas, tegulae e ímbrice.

domingo, 2 de febrero de 2014

EL CASTRO DE VIGO: ESTADO ACTUAL DE LAS INVESTIGACIONES (VI)



 
 El Castro de Vigo: análisis del yacimiento
 Historia de la investigación
Los primeros hallazgos arqueológicos en el castro de Vigo datan de 1928. Se trata de descubrimientos accidentales, con motivo de la plantación de árboles en la zona NE de la cima del monte (HIDALGO, 1983). A partir de la localización de estos primeros indicios, la Diputación Provincial de Pontevedra designó una Comisión para que elaborase un informe sobre los restos y su posible relevancia científica. Se encargaron de esta investigación los reputados intelectuales A. Losada Diéguez, F. López Cuevillas y J. Filgueira Valverde, colaborando en la misma Castelao como dibujante.
En este momento, los materiales procedentes de los primeros hallazgos fortuitos se encontraban dispersos en diferentes instituciones de carácter público o privado, como  el Instituto Nacional de Vigo, el Ateneo de Vigo, el Colegio de los Padres Jesuitas, el Colegio de los Hermanos Maristas o la colección particular de D. Agustín Tenreiro Mulder, con lo que estos primeros investigadores del castro de Vigo veían dificultado su estudio sistemático.
En 1929 visita el yacimiento el prestigioso prehistoriador Hugo Obermaier, realizando una pequeña prospección en la que detecta nuevos materiales y estructuras. Algunos años más tarde, en 1941, el estudioso vigués Pedro Díaz recogió en la vertiente oriental del yacimiento algunos restos arqueológicos más, depositados en un museo escolar del Colegio Mazquita de Vigo, y en el Museo Provincial de Pontevedra- aumentando la expectación ante las posibilidades del castro.
En la década siguiente se inician las excavaciones en el monte –campaña de 1952- bajo la dirección de J. M. Álvarez Blázquez, el Delegado local de Excavaciones por aquel entonces. Esta primera excavación se localiza en la falda NO del monte, que va a ser el área que se continúe excavando en las sucesivas campañas arqueológicas de este yacimiento vigués. A finales de la década de los 60, de forma paralela a las excavaciones, investigadores como el ya citado Pedro Díaz van estudiando los materiales.
En 1970 se inicia otra campaña de excavación, continuando los descubrimientos de construcciones castreñas, muros y materiales. Desde la primera campaña de 1952 y durante la década de los 70, se sumará al proyecto de investigación Ángel Ilarri Gimeno, el Conservador del Museo Municipal “Quiñones de León”, dando así comienzo la estrecha vinculación que unirá al museo con la investigación arqueológica del Monte del Castro en los años sucesivos.
En 1981 se reanudan las excavaciones, esta vez mediante el método de excavación en área, comenzando la fase de estudio más sistemática del yacimiento. Se ocupa ya del castro el Departamento de Arqueología del museo citado. Desde esta fecha, el director de las diferentes campañas será José Manuel Hidalgo Cuñarro, autor de la mayoría de las publicaciones científicas que en relación al castro se pueden consultar hoy en día. Como ya indicábamos en la introducción, a él tenemos que agradecerle personalmente la privilegiada visita guiada que nos permitió conocer el yacimiento “in situ” y comprender de forma más completa las intervenciones desarrolladas anualmente entre 1981 y 1985.
Las campañas dirigidas por Hidalgo Cuñarro nacieron con el objetivo de limpiar y consolidar las estructuras ya desenterradas, a la vez que se realizaban una serie de cortes para intentar establecer una secuencia estratigráfica. Se comenzó a excavar la ladera Noroeste, en la zona adyacente a las llevadas a cabo anteriormente. En 1982, se unieron las dos zonas, que estaban separadas por un espacio de unos 22 metros desde la campaña de 1981. Fruto de estos años, se descubrieron unas 45 estructuras pétreas y una ingente cantidad de material, tanto cerámico, como de bronce o de hierro (HIDALGO, DOMÍNGUEZ y RODRÍGUEZ, 1997). La estratigrafía presentó los niveles de ocupación mencionados en la contextualización del yacimiento, con cronologías desde el siglo II a.C. hasta finales del siglo III d.C.
Durante los años 1987 y 1988 se llevaron a cabo cerca de 100 sondeos por toda la superficie del monte, en especial en la zona alta y la ladera Este, para detectar por dónde se extendía el yacimiento y evaluar las condiciones en las que se encontraba. Surgió en este momento la hipótesis de que la extensión del poblado abarcaría originalmente la cima del monte, ocupando progresivamente las laderas a medida que crecía la población (HIDALGO, 1999 A).
Desde 1988, año de las últimas actividades arqueológicas en el Castro de Vigo, se dará un proceso continuo de degradación de su entorno, aproximándose poco a poco a la pésima situación de conservación que lo caracteriza en la actualidad, de la que hablaremos más adelante.



sábado, 1 de febrero de 2014

EL CASTRO DE VIGO: ESTADO ACTUAL DE LAS INVESTIGACIONES (V)




 

Contexto cultural
El yacimiento objeto de nuestro estudio se inscribe en la cultura castreña, por lo que consideramos oportuno, para comprenderlo de forma óptima, hacer una breve aproximación a los elementos fundamentales de ésta. No se trata aquí de hacer una síntesis interpretativa de los conocimientos que en la actualidad se tienen sobre dicha cultura, sino tan sólo de dibujar un marco que facilite posteriormente nuestra aprehensión del Castro de Vigo. Ha de ser ese marco, necesariamente, esquemático y generalista.
Podemos comenzar diciendo que la definición de la cultura castreña gira entorno a tres aspectos básicos: el tipo de yacimiento, el espacio y el tiempo.
El tipo de yacimiento propio de esta cultura es el castrum, un asentamiento fortificado situado en un lugar elevado sobre el terreno, que destaca sobre el paisaje aunque no esté excavado. Puede situarse en zonas altas, llanas, costeras, interiores… Se trata de una tipología de asentamiento que no es exclusiva del noroeste peninsular, pero que presenta en el territorio de la antigua Gallaecia algunos rasgos particulares, relativos a su cronología y a su cultura material específicas.
Cronológicamente, los límites de la cultura castreña del área galaica suelen establecerse entre los siglos IX a.C. y I d.C., siendo reocupados hasta los inicios de la Edad Media (CARBALLO, 2000). Dentro de esta horquilla temporal, los especialistas matizan la evolución de esta cultura en diferentes fases. Aunque existen diferentes propuestas secuenciales, la mayoría coinciden en dividir la cultura castreña en cuatro períodos sucesivos, además de compartir algunos elementos definitorios básicos. Siguiendo a Caamaño Gesto, podemos abstraer sus puntos en común como sigue:

Habría una Fase Inicial que abarcaría desde finales de la Edad de Bronce (finales del siglo IX a.C o principios del VIII a.C.) hasta el siglo IV a.C. Sus principales características serían las construcciones hechas de materiales perecederos (reconstruíbles a partir de los fondos de cabaña) y de planta circular. El nacimiento de la cultura castreña en cuanto tal habría que entenderlo en el contexto global de intensificación de la complejidad social, incremento demográfico, transformaciones tecnológicas y reordenación de los círculos de poder en el continente europeo.
La Segunda Fase de la cultura castreña comenzaría a mediados del milenio, entorno al siglo IV a.C. hasta el último tercio del siglo II a.C. En sus construcciones ya se combinan los materiales perecederos con estructuras pétreas. Se mantiene la planta circular, y la cultura material empieza a documentar contactos comerciales con el sur peninsular, sobre todo en las zonas costeras: aparecen, por ejemplo, cerámicas  de origen púnico o griego. En este momento cultural aparecen también los hogares o lareiras en el centro de las construcciones.
La Tercera Fase de la cultura castreña daría comienzo alrededor del año 137 a.C., cuando se produce la expedición de Decimus Iunius Brutus contra los galaicos, comienzo de la presencia romana en la Gallaecia: se documentaron niveles de destrucción violenta correspondientes al s. I a.C. en la zona meridional de este territorio. El final de la etapa habría que situarlo en la segunda mitad del siglo I d.C., con las reformas flavias. En este momento continúan las relaciones comerciales con el sur, como atestiguan los materiales: cerámicas campanienses de época repulicana, primeros testimonios numismáticos procedentes de cecas del sur peninsular y aparición de los molinos circulares, que pasan a convivir con los barquiformes preexistentes.
La Cuarta Fase se corresponde ya con una cultura castreña romanizada, el mundo galaico-romano. Sus características principales son la aparición de construcciones cuadradas u ovaladas (aunque las circulares no desaparecen), y de dependencias anexas a las viviendas. Se produce una intensificación del comercio de importación, que se traduce en la presencia de cerámica fina o de mesa (son muy abundantes los restos de terra sigillata), a la par que la cerámica común o de cocina. La cerámica campaniense deja de documentarse, al haber cesado su fabricaciñon.
Esta fase ve también el despertar de la plástica castreña (aparece la escultura y la decoración arquitectónica), mientras se hispotasía la escala urbanística, como evidencian las dimensiones de la Citania de Briteiros. Algunos castros se abandonan en este momento, creándose otros nuevos para agrupar a sus poblaciones. Monte Mocinho, en el norte de Portugal, sería un buen ejemplo de este proceso.

De acuerdo con el marco que acabamos de dibujar, habría que situar al Castro de Vigo entre las fases II-IV de la cultura castreña, desde su nivel castreño –el castro que nos ocupa estaría habitado por los heleni, según las fuentes clásicas- hasta la fase ya galaico-romana.

Por último, para una mayor comprensión del sitio arqueológico que pretendemos analizar, conviene que expongamos de forma muy breve los principales yacimientos que lo rodean. El Valle del Fragoso concentra un gran número de poblados castreños, en concreto 27, de entre los cuales destacan, en primer lugar, el Castro de Vigo y, en segundo, el Monte da Guía. Muchos de ellos están bastante modificados y no han sido excavados sistemáticamente, por lo que existen problemas para datarlos con exactitud.
            El castro de Torres de Padín y el de Toralla, excavados también por Hidalgo Cuñarro, son los que tienen una cronología más antigua, pues se retrotraen hasta la fase inicial de la cultura castreña. No obstante, el abandono de estos castros también se va a producir antes, datándose hacia mediados del siglo I de nuestra era. Aun así, todos los castros de este valle van a experimentar algún contacto o proceso de romanización.
A partir del s. I d.C. entramos ya en época romana, distinguiéndose dos fases en la evolución de los castros (HIDALGO y RODRÍGUEZ, 1997). En el primer periodo (ss.I-II d.C.), los castros se reducen a ocho y aparece un incipiente núcleo poblacional de Vicus Helleni en el Castro de Vigo, así como un embarcadero. En el segundo periodo (ss.III-V d.C.), se abandonan definitivamente los castros y nace la ciudad de Vigo ligada a los intercambios comerciales que se realizan en el puerto y a las villae costeras.
Por tanto, la densidad castreña en este área es bastante alta comparada con otras zonas de Galicia analizadas, lo que nos vuelve a poner de manifiesto la importancia de este valle. Además, por toda la zona se han encontrado cerámicas de importación que nos hablan de un floreciente comercio marítimo, así como de una gran dedicación a las labores agropecuarias y de explotación del medio marino.

Una vez contextualizado dentro de la cultura castreña, podemos introducirnos en el análisis del yacimiento en sí, a partir de la abundante bibliografía que nos ha proporcionado al respecto la historia de la investigación-