sábado, 8 de febrero de 2014

EL CASTRO DE VIGO: ESTADO ACTUAL DE LAS INVESTIGACIONES (XII)




 
 
 
 

 Conclusiones
De nuestra primera aproximación histórica y arqueológica al Castro de Vigo, podemos extraer, en primer lugar, algunas ideas relativas a la cultura castreña y a la romanización viguesa.
Nos hemos acercado a un poblamiento castreño que tendría su origen en la acrópolis del monte, desde donde se iría expandiendo por las laderas, siendo esta última parte ocupada sería la que encontramos hoy totalmente destrozada por la actividad humana -especialmente por la construcción de la fortaleza del XVII-  realizada en el lugar durante los siglos siguientes. Como veíamos también indirectamente, los resultados obtenidos durante las ocho campañas de excavación se reducen a las intervenciones de la zona NW del yacimiento, así como a la ladera opuesta.
A partir de los datos del registro arqueológico, en especial a partir de la gran cantidad de material de importación romana, los especialistas destacan la importancia del puerto de Vigo como un centro fundamental para el comercio del norte peninsular en época romana. Hidalgo Cuñarro (HIDALGO, 1997 A) cree en la posibilidad de que en un primer momento este puerto actuase simplemente como un punto de recalada para el abastecimiento de agua y comida, pasando más tarde a producirse intercambios a mayor escala: importación de productos de lujo a cambio de materias primas, sin abandonar la provisión de alimentos e instrumentos necesarios para continuar la navegación (HIDALGO, 1994-1995). La enorme extensión del castro (17 ha) reforzaría la idea de la importancia de Vigo en la Antigüedad.
La cultura material del castro llevó también a los arqueólogos a establecer la época de auge del poblamiento alrededor de mediados del siglo I d.C. (como revelan claramente los abundantes vestigios cerámicos y numismáticos, además del hecho de que reciba población de otros pequeños castros y se intensifiquen sus relaciones comerciales con Italia, Francia y el sur de la península Ibérica), decayendo progresivamente hasta llegar a un siglo II d.C. en el que ya comienza la despoblación. De forma paralela a la pérdida de población del castro de Vigo, se produce un aumento demográfico en el Vicus Heleni (siglos II-IV d.C.), en las cercanías del pequeño embarcadero de la calle Hospital y en las villas marítimas dedicadas a la fabricación de salazones que jalonan el litoral de esta zona (entre las que cabe destacar Villa de Toralla)
. El estudio del Castro de Vigo resulta de suma relevancia, por tanto, para estudiar la evolución de la sociedad castreña a la galaico-romana –poniendo en evidencia, en contra de la opinión tradicional, la temprana romanización en esta zona del Noroeste peninsular; a la vez que permite el análisis de las relaciones comerciales que mantiene este territorio con otros puntos europeos.
Además de lo anteriormente expuesto, las investigaciones realizadas en el Castro de Vigo contribuyeron, mediante su aportación material, a la destrucción de dos tópicos historiográficos: el de la Galicia celta y el de la romanización galaica como un proceso violento. En opinión de Hidalgo Cuñarro, este poblado castreño y galaico-romano prueba la necesidad de revisar la hipótesis de la migración céltica, a la vez que lleva a la certeza de que el primer contacto indígena-romano tuvo un carácter pacífico y pactual, una vez conquistada belicosamente el norte de Portugal y el área leonesa.

Además de estas conclusiones de tipo estrictamente histórico, durante el desarrollo de este trabajo sobre el Castro de Vigo hemos podido detectar la imperiosa necesidad de un nuevo estudio sobre este yacimiento: un estudio sistemático de ordenación de los datos arqueológicos disponibles, que, con una intención sintética, haga hincapié en la interpretación histórica de las estructuras y los materiales más significativos. Hasta la fecha, la bibliografía tiene o bien un carácter netamente monográfico –centrándose en una campaña determinada o en un aspecto concreto de la cultura material, como puede ser la cerámica-, o bien un carácter excesivamente didáctico y divulgativo –como es el caso de muchas pequeñas publicaciones del Museo Municipal.
 En este sentido, nuestro ejercicio intenta aproximarse a una visión global y actualizada de los conocimientos sobre el Castro de Vigo, aunque con las limitaciones propias de la formación e inexperiencia de las autoras. Sería necesario, pues, un trabajo riguroso y profesional, del que nuestra labor no podría considerarse más que un boceto.
Ese trabajo de investigación exhaustivo podría resultar de utilidad para levantar sobre sus bases un proyecto de limpieza, consolidación y conservación sólido y eficaz, que preserve la riqueza arqueológica del yacimiento para el disfrute inmediato de los ciudadanos (acondicionando el Monte del Castro de forma global) y para las inquietudes de los investigadores (incorporando este campo entre los objetivos del nuevo proyecto de musealización del Concello, dinamizando el papel del Museo o, dicho sea de paso, facilitando el acceso a materiales como los del Almacén de la Sección de Arqueología).
Todo este proceso de revisión, actualización, profundización y difusión del estudio del Castro de Vigo sería sumamente interesante, porque sólo desde el conocimiento –y no desde el uso lúdico-turístico, siempre  superficial y efímero- se hace realmente valorable nuestro patrimonio arqueológico.
Nota.- En las fotografías, de arriba hacia abajo: Hogar de una vivienda del siglo I. antes de Jesucristo; fondo de cabaña excavado en la roca base, del siglo III antes de Jesucristo; cerámica pintada romana, de alfares penínulares; vivienda galaico-romana del siglo I después de Jesucristo; y monedas romanas de bronce, de los emperadores Octavio Augusto y Tiberio.




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